Test sobre el Título I de la Constitución Española:

Titulo II: La Corona. (Resumen e Historia Mnemotécnica)

Resumen

Artículo 56: El Rey, como Jefe del Estado, simboliza la unidad y permanencia del Estado, modera las instituciones, representa a España internacionalmente, y realiza funciones según la Constitución y leyes. Es inviolable, no sujeto a responsabilidad, y sus actos necesitan refrendo.

Artículo 57: La Corona es hereditaria, siguiendo un orden de primogenitura y representación. El Príncipe heredero es el Príncipe de Asturias. Si se extinguen las líneas, las Cortes Generales intervienen. Matrimonios contra la prohibición del Rey y Cortes Generales resultan en exclusión de sucesión.

Artículo 58: La Reina consorte o el consorte de la Reina no asumen funciones constitucionales, excepto en la Regencia.

Artículo 59: Si el Rey es menor o se inhabilita, se establece una Regencia, que debe ser ejercida por una persona española y mayor de edad, siguiendo ciertos criterios y orden.

Artículo 60: El tutor del Rey menor es designado bajo ciertas condiciones y no puede acumular cargos o representación política.

Artículo 61: El Rey, Príncipe heredero, y Regente(s) deben prestar juramento de desempeñar funciones y respetar la Constitución y derechos.

Artículo 62: Al Rey le corresponden diversas funciones, como sancionar y promulgar leyes, convocar y disolver Cortes Generales, proponer y nombrar al Presidente del Gobierno, y más.

Artículo 63: El Rey acredita a embajadores, manifiesta consentimiento del Estado en tratados, y declara guerra y paz con autorización de las Cortes Generales.

Artículo 64: Los actos del Rey requieren refrendo por parte del Presidente del Gobierno o Ministros competentes.

Artículo 65: El Rey recibe una cantidad de los Presupuestos del Estado para su Familia y Casa y nombra a los miembros de su Casa.

Historia Mnemotécnica Completa

El Reino de Españalia y la Sabiduría de la Corona

Había una vez un reino próspero llamado Españalia, gobernado por el Rey Uniperma, un líder sabio y justo, conocido por ser el símbolo de unidad y permanencia del reino. Su nombre, una mezcla de “Unidad” y “Permanencia”, reflejaba su papel como el Jefe del Estado, quien no solo moderaba las instituciones sino que también representaba a Españalia en tierras lejanas, especialmente ante naciones con las que compartían una historia común.

Aunque el Rey era inviolable y no estaba sujeto a responsabilidad, cada uno de sus actos era validado por su leal consejero, el Refrendo, garantizando que todas sus acciones estuvieran en armonía con las leyes del reino.

La Princesa Asturias, hija del Rey, era la heredera de la Corona, y desde su nacimiento, se le había enseñado sobre la herencia y las reglas de sucesión, que seguían un orden específico de primogenitura y representación. Sabía que, en caso de que todas las líneas de sucesión se extinguieran, las Cortes Generales, un grupo de sabios ancianos, intervendrían para asegurar la continuidad de la Corona.

Un día, el Rey Uniperma tuvo que embarcarse en un viaje a tierras distantes para establecer tratados y alianzas. Antes de partir, le recordó a la Princesa Asturias que el consorte de la Reina no podía asumir funciones constitucionales, y que cualquier acto del Rey necesitaba el refrendo.

Durante su ausencia, la Princesa Asturias asumió la Regencia, guiando al reino con sabiduría. Recordó que si el Rey se inhabilitaba o era menor de edad, la Regencia debía ser ejercida por una persona española y mayor de edad, siguiendo los criterios y el orden establecido en las leyes del reino.

La Princesa Asturias también era consciente de que, si alguna vez llegaba a ser Reina y tenía un hijo o hija, debería nombrar un tutor que fuera español de nacimiento y mayor de edad, y que este tutor no podría acumular cargos o representación política.

Un día, mientras gobernaba, la Princesa Asturias fue visitada por un embajador de una tierra lejana. Recordó que su padre, el Rey, era quien acreditaba a los embajadores y manifestaba el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente mediante tratados. También sabía que, en caso de guerra, el Rey, con autorización de las Cortes Generales, tenía el poder de declarar la guerra y hacer la paz.

La Princesa Asturias gobernó con justicia y sabiduría hasta que el Rey Uniperma regresó, y el reino floreció bajo su liderazgo conjunto, siempre recordando las leyes y principios que guiaban la Corona y aseguraban la prosperidad y estabilidad de Españalia.